Día con día crecen las preocupaciones de los padres hacia la alimentación de sus pequeños. Y es que, lamentablemente, muchos de nosotros no sabemos qué es comer bien o qué es comer mal.
Por esta razón, aunque tú creas que tu hijo se alimenta bien porque come puras verduras o por el contrario, crees que es un poco “remilgoso” y por ello no le das verduras, sin duda, esta nota es para ti. Hoy quiero compartirte unos cuantos consejos que, con base en mi experiencia, te ayudarán a identificar si vas por el buen camino o tu hijo es un picky eater.

Seguramente, más de una vez tu pequeño te ha dicho que no tiene hambre o que no quiere comer, pero ¿qué tan real es su falta de apetito? Bueno, cuando mi hija tenía 1 año solía pensar que mientras fuera creciendo incrementaría su apetito, porque para mí era obvio que a esa edad su organismo era tan pequeño que tenía que recibir la comida proporcional a su diminuto cuerpo. Sin embargo, con el paso del tiempo fue dejando de pedir comida comparado a como pedía antes. Al inicio, no me alarmó, incluso me alegré porque así no tendría que “batallar” con su peso.

Pero, para mi gran sorpresa, ella era muy activa y su condición física, aún estando muy pequeña, fue descendiendo. Su energía, su peso y estatura ya no estaban dentro del promedio para niños de su edad. Yo, aún incrédula de que mi hija padecía de un problema de salud, pensaba que sólo era “melindrosa” y que era una etapa que superaría.
Hasta que una amiga me comentó que tuviera cuidado porque había una nueva moda en los hábitos alimenticios de los pequeños, los famosos picky eaters. ¿Habías escuchado este término? ¡Exacto! Yo tampoco. Por eso, es que hoy me decidí a compartirte esta nota.
Resulta que hay algunos niños que son sumamente selectivos para comer, tienen problemas para integrar alimentos nuevos a su dieta y generalmente viven en déficit nutricional, en otras palabras niños muy selectivos o quisquillosos con la comida, que rechazan probar alimentos nuevos, tienen preferencias muy fuertes respecto a algunas comidas y evitan incluso alimentos que son familiares para ellos. ¿Ahora sí te suena conocida esa actitud? ¡Cuidado!
En cuanto me informé de este comportamiento, decidí comenzar a hacer cambios en los hábitos de mi hija. Los primeros fueron que en lugar de ponerle un plato lleno de comida, preferí ponerle cantidades pequeñas para que pudiera repetir si lo deseaba. Obviamente, predicaba con el ejemplo y sin pantallas en la mesa.
La verdad es que me dio muy buenos resultados, después de eso, ella retomó su gusto por los alimentos.