Frotar nuestros ojos es un hábito que realizamos diario, incluso varias veces al día, y aunque puede parecer inofensivo, en realidad puede ocasionar distintas complicaciones en nuestra salud ocular.
¿Por qué? Al usar nuestras manos para frotarnos los ojos, estamos transportando una gran cantidad de bacterias a los mismos, con lo cual se incrementa el riesgo de sufrir una infección ocular, como conjuntivitis (picor y ardor en los ojos), blefaritis (inflamación de los párpados) u orzuelo (absceso ubicado en la base de las pestañas).
Otras consecuencias
Arrugas. La piel que rodea nuestros ojos es fina y delicada, por lo que frotarlos con frecuencia, contribuye a deteriorar la piel de los párpados, facilitando la aparición de arrugas prematuras, bolsas, e incluso ojeras, provocando que nuestra mirada se vea más cansada o envejecida.
Lesiones. La fricción también puede contribuir al desarrollo de queratocono, una afección que altera la estructura interna de la córnea, es decir, la deforma.
Ojos rojos. Al frotar nuestros ojos, podemos llegar a romper pequeños vasos sanguíneos, lo cual resulta en ojos rojos e irritados. Con el tiempo, puede generar oscurecimiento alrededor de los ojos.
Mis amores, para evitar esta mala costumbre, visiten a un oftalmólogo y utilicen gotas con lágrimas artificiales. Recuerden que siempre es mejor prevenir que lamentar. ¡Cuiden su vista!