¡Mis amores!
La relación entre hermanos debería estar llena de amor y unión, y aunque así es la mayoría de las veces, hay otras en las que simplemente parece que nuestros hijos son los peores enemigos.
La ira es una emoción básica en todas las personas. Quieres algo, no te lo dan. ¿qué ocurre? Te enfadas. Evidentemente, los adultos hemos aprendido a manejar este sentimiento e intentamos que no nos afecte demasiado. Pero los niños aún no saben muy bien cómo hacerlo. Cuando hay hermanos de por medio, la ira se transforma en pelea y las peleas en intento de dominio y en afán de conseguir más poder. A veces las peleas son sólo una forma de llamar la atención de los padres.
¿Qué podemos hacer para evitarlo? Aquí van algunos consejos para padres con hijos, que comienzan a utilizar las peleas como una costumbre.
Enséñenles a compartir
La mayoría de peleas entre hermanos empiezan porque ambos quieren lo mismo. El origen del problema es que no saben compartir. Si ambos quieren la misma galleta, explíquenles que pueden partirla por la mitad y así ninguno pierde. Si es un juguete, pongan un tiempo límite de disfrute para cada uno.
Enséñenles a negociar.
Una buena táctica para conseguir ese juguete que uno de los hermanos se niega a compartir, es negociando. Enseñen a sus hijos que ofreciendo algo a cambio a sus hermanos, pueden conseguir un beneficio.
Enséñenles a manejar su ira.
Cuando se enfadan, los niños sienten rabia y frustración. El corazón se acelera y ya no pueden pensar. Tal vez si les enseñan a dejar pasar unos segundos cuando sienten eso, antes de lanzarse contra el hermano, podrán ir dominando, poco a poco, su ira.
No hagan favoritismos con ninguno de los hijos
Lo único que consiguen es generar celos entre los hermanos, y esto también puede terminar en continuas peleas.