Tener a nuestro primer hijo es una experiencia sin igual, única y muy especial: es como sumergirse en un mundo nuevo de vivencias, sensaciones, emociones, dudas, e incluso miedos, a los cuales nos vamos adaptando y sobrellevando de la mejor forma que podemos.
En ocasiones, ser madre primeriza puede ser abrumador o desesperante, o al menos así es como me llegué a sentir algunas veces, pero con amor y mucha paciencia, podemos superar cualquier situación. He sido bendecida con dos pequeños retoños, y claro que no ha sido fácil educarlos y criarlos, pero en mi experiencia, sé que cometí ciertos errores con mi primera hija, y obviamente no pienso repertirlos con mi segundo pequeño.
Lo primero es ayudar al hijo mayor a adaptarse a la nueva situación, incluyéndolos en ciertas actividades. tales como elegir artículos para decorar la habitación del nuevo integrante de la familia, leyéndoles cuentos con los cuales pueda entender los cambios que atravesará, o reforzando su papel como “hermano mayor”, y que disfrute ese nuevo rol.
Las cosas que cambiaron al criar a mi segundo hijo, fueron principalmente las preocupaciones, por ejemplo, ya no me asustaba tanto cuando le daba fiebre o no quería comer, y tampoco soy tan sobreprotectora como lo fui con mi hija. En general, soy un poco más relajada y no vivo con tanto nerviosismo por lo que le pueda pasar. Tampoco estoy diciendo que le prestes menos atención, simplemente sabes cómo van a pasar las cosas, y no te estresas tanto.
Y a ustedes, ¿cómo les ha ido con su segundo hijo? Me encantaría leer sus experiencias, mis amores.