Un hijo puede rechazar a papá

El padre es una influencia determinante en el desarrollo psicológico y el establecimiento de la identidad de un hijo.

Desde su nacimiento, incluso desde el embarazo, el bebé siente un especial apego por dos personas: su papá y su mamá. El vínculo con cada progenitor es diferente, único, y tiene que ver con la capacidad de la madre o del padre, para percibir las necesidades del niño y satisfacerlas.

También influye la personalidad y la madurez del hijo. Y es que cada progenitor le aporta experiencias distintas: papá suele jugar de un modo impulsivo y emocionante; mamá es más tierna, se adapta mejor a su desarrollo evolutivo.

Hay niños que rechazan a papá en algún momento de su desarrollo, especialmente cuando su madre está presente. No es que no lo quieran, o que no sean capaces de pasar ratos estupendos con su padre, pero se dan casos en los que, estando ambos progenitores presentes, el niño aparta al padre, no quiere que se le acerque y se pega con desesperación a la mamá.

Las familias viven esta etapa con desconcierto y angustia. El padre se siente apartado y puede reaccionar con despecho, considerando que el niño está demasiado apegado a la madre.

Sin embargo, la situación puede complicarse si los padres compiten por el cariño de su hijo, si uno de ellos invade el terreno del otro, o si existe falta de empatía entre uno de los progenitores y el niño. Por ejemplo, si el pequeño es tímido y su padre es muy extrovertido, es posible que éste se impaciente y que el pequeño se refugie en mamá si se muestra más comprensiva.

La mujer se siente partida en dos: por un lado, siente la necesidad de responder a la intensa necesidad que expresa el niño, pero por otro lado no la entiende, está emocionalmente agobiada y se apena por su pareja.

Para sobrellevarlo hay algunas cosas que se pueden hacer, aunque lo más efectivo suele ser esperar a que el niño se adapte. Ponerse a la altura del niño en los momentos en los que se muestre más receptivo, no enfadarse, ser confiable, son acciones efectivas. En la práctica, proponerle juegos en los que estemos pendientes de su deseo de relacionarse o alejarse. Juegos divertidos o cuentos que construyan un universo común de experiencias enriquecedoras y cariñosas, serán la base sobre la que la confianza mutua podrá crecer.

Si no eres el preferido de tu hijo, asume su rechazo como parte de la tarea de ser padres y consuélate pensando que estas preferencias son pasajeras. Pronto repartirá sus afectos entre papá y mamá, por partes iguales. ¡Seguro!

¡Nos leemos la próxima mis amores!

@EsElMundoDeYola

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