Sobreprotección: ¿es mala?

¡Mis amores!

Es cierto que la sobreprotección puede llegar a ser negativa para nuestros hijos, tanto a nivel del lenguaje, como a nivel de desarrollo general, a nivel de autonomía y a nivel de socialización.

Hasta aquí creo que estamos todos de acuerdo. El problema viene cuando alguien dice: “vale, ahora dame ejemplos de cosas que hacen los padres sobreprotectores”, porque hay gente que habla, por ejemplo, de sobreprotección cuando a un niño se le habla con tranquilidad y dulzura cuando eso no es sobreproteger. Digamos que sería interesante definir qué es ser un padre sobreprotector y qué no lo es, y en esta nota trataré de dejárselos claro.

Como padres, obviamente nos preocupamos porque nuestros pequeños no tengan muchas complicaciones a lo largo de su vida, pero debemos prestar especial atención a los problemas de la sobreprotección en nuestros hijos, ya que ésta interfiere de una forma muy importante en el desarrollo infantil.

Pongámonos en situación: nuestro hijo o hija está jugando tranquilamente en el parque con su juguete favorito. Está inmersa en su fantasía cuando, de pronto, un niño que también estaba jugando por ahí se acerca a ella, y sin decirle nada le quita el juguete, además de empujarla, haciéndola llorar. Nosotros hemos presenciado este acto de «vandalismo» infantil, e indignados nos levantamos en dirección al niño, le quitamos el juguete y se lo devolvemos a nuestro pequeño.

Conclusión: Hemos resuelto satisfactoriamente el problema, pero ¿qué ocurre con nuestro hijo o hija? Simplemente se ha limitado a observar, y cuando vuelva a ocurrir una situación similar, en la que no estemos presentes, muy probablemente no sabrá cómo resolver el conflicto.

Es verdad que los niños nacen muy indefensos y necesitan del amor de sus padres para desarrollarse como personas, pero crecer implica la consecución de diversos logros acordes a la edad, tales como conquistar su autonomía, desarrollar estrategias para resolver conflictos y dificultades, tolerar la frustración, o tomar decisiones y aceptar sus consecuencias.

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Aunque estas cuestiones parecen una obviedad, en ocasiones nos encontramos con niños de cinco y seis años que siguen tomando biberón o que sus madres les visten todas las mañanas para ir al cole. No hay que olvidar que se trata de niños de cinco años, no bebés de cinco años.

Algunas justificaciones que se dan cuando se pregunta por esa forma de actuar tan sobreprotectora son, entre otras muchas, que se hace por comodidad o que no se tiene tiempo. Pueden existir cientos de razones, pero la verdad es que a nuestro hijo o hija, no le estamos haciendo ningún gran favor cuando actuamos de esta forma.

La protección en exceso, hace que los niños se vuelvan extremadamente dependientes del adulto, poco seguros en sus actos, con dificultades para enfrentarse a situaciones.

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A esto hay que sumarle que, de repente en la adolescencia, se le exige que madure como por arte de magia, que se responsabilice de sus tareas, además de informarle de sus derechos y obligaciones.

No podemos pretender que todo lo que no ha aprendido en sus primeros años de vida, lo aprenda ahora de repente; es un aprendizaje que se da desde el nacimiento y, aunque nuestros hijos no vienen con un manual de instrucciones bajo el brazo, la forma que tenemos los padres de ayudarles a superar los problemas, es dejándolos que se enfrenten a ellos desde pequeños.

Debemos hacerle sentir que creemos en él, que él puede hacer cosas cada vez más difíciles sin nuestra ayuda (subir a un tobogán más alto, comer él solo aunque se manche…). Y si se equivoca, ya saben lo que dicen: «se aprende más de las derrotas que de las victorias». Hay que ayudar al niño a que asuma que, no todo es cuándo y cómo él quiere.

La forma de ayudar a nuestro niño a desarrollarse es transmitirle cariño, confianza en sus posibilidades y comprensión ante las dificultades, así como plantear unos límites claros y lógicos. Le acompañaremos en su búsqueda de estrategias que le ayuden a solucionar las dificultades que pueda encontrarse. Así, de este modo, no le resolveremos ni le daremos la solución a los problemas; en su lugar, le preguntaremos qué es lo que puede hacer.

Por último, es importante saber que querer mucho a un hijo no implica evitarle todos los sufrimientos. Los excesos nunca han sido buenos. Por ello, hay que tener cuidado de no caer en la sobreprotección o en la sobre exigencia, ya que en ambos extremos, encontramos siempre más consecuencias negativas que positivas.

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Qué es ser un padre sobreprotector

Me he topado muchas veces con casos de  niños de 5-6 años con biberón, que no saben tomarse un vaso de agua, que ni lo intentan, que no saben vestirse y ni lo intentan, porque sus padres se lo hacen todo, que no saben elegir cuando les preguntas, porque siempre han decidido sus padres, que cuando encuentran un problema siempre acuden a sus padres, antes siquiera de intentarlo, porque sus padres han estado tan encima que no les han dejado ni errar. Eso es sobreprotección, porque no se les deja crecer ni desarrollar su autonomía.

Sobreprotección entonces es:

  • No dejar que coman solos, para evitar que se manchen, porque luego llegan a los 2 o 3 años y aún no saben ni pinchar ni utilizar la cuchara.
  • Vestirlos nosotros siempre, porque vamos más rápido (aunque esto lo hacemos muchos, confieso).
  • Lavarles nosotros las manos, enjabonarles completamente, lavarles los dientes… sin darles opción de intentarlo ellos.
  • Decirles continuamente lo que tienen que hacer, y tomar decisiones que ellos son capaces de tomar: con 4 o 5 años son capaces de decidir qué comer y qué no comer, pueden elegir algunas prendas para vestirse, y pueden tomar otras decisiones que muchos padres no dejan, porque consideran que ellos saben mejor lo que quieren/necesitan.
  • Interceder siempre, cuando hay una discusión con otro niño en favor del hijo propio, aún cuando sea el culpable de lo sucedido.

¿Mimar?

No, mimar a un niño, que es lo que yo defino como dar muchos besos, abrazos y caricias, no es sobreproteger. Eso es amar. Hablar mucho, querer comprenderle, querer escuchar sus problemas, querer buscar soluciones conjuntamente, dialogar en vez de regañar, hablar calmadamente en vez de gritar, explicar por qué no debería haber hecho algo, en vez de castigar, eso no es sobreproteger, eso es educar tratando de transmitir valores.

Y ustedes, mis amores… ¿Sobreprotegen a sus hijos?

@EsElMundoDeYola

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