¡Mis amores!
Es normal que estemos acostumbradas a darle amor a nuestros niños y que a veces les permitamos recostarse en nuestra cama para mimarlos, aunque luego quieren quedarse siempre y pese a que han llegado a una edad en la que deben dormir solos.
No es raro que a los 3 o 4 años, cuando el niño acaba de empezar la escuela, experimente un nuevo sentimiento de inseguridad que se manifiesta a la hora de ir a dormir y de repente ¡ya no quiere separarse de nosotras!
¿Por qué nuestros hijos se empeñan en dormir con nosotras?
-Tienen miedo: Ya sea al lobo, a la oscuridad, a las brujas, a los ogros, etc. Esos personajes coinciden con la explosión de su imaginación. El niño ve que las cortinas se mueven, tiene la sensación de que un bicho se pasea por su brazo… esas fantasías del sueño indican que se acerca el momento de dormir, pero no pueden por ansiedad.
-Nuestros hijos no quieren revivir sus pesadillas: Si se despiertan después de un mal sueño, dormir con nosotras les da seguridad. Debemos enseñarles que para estar a salvo, la mejor solución es dormir en su propia cama.
-¿Tiene miedo de ser abandonado y necesita pegarse a nosotros? Eso ocurre a veces cuando nuestros hijos acaban de tener un hermanito o cuando uno de los padres vuelve tarde por la noche o se marcha temprano por la mañana, su ausencia desarrolla ese temor.
-Está celoso de papá o de mamá: Los 3 años es la edad del complejo de Edipo, el niño quiere disputar el poder al progenitor del mismo sexo y siente la necesidad de monopolizar la atención. Va a tener que aprender a respetar la intimidad de sus padres.
¿Cómo conseguir que nuestros hijos se queden en sus camas?
Hablen con ellos de sus miedos, anímenlos a contarlos y a dibujarlos, recuérdenles que en todo momento están con ellos e intenten disolver sus temores.
“Sé que tienes miedo de que un ogro entre en tu habitación por la noche, pero yo sé que eso es imposible”. Al negarnos a entrar en su lógica, le damos seguridad.
Amansen a los monstruos del armario y si tienen miedo de la oscuridad, pongan una lampárita de noche en la habitación.
Establezcan un ritual a la hora de acostarse. Muchas veces es el secreto de una buena noche. Un cuento, arroparlos, colocar los peluches, un beso antes de dormir, etc. Hagan todo siempre en el mismo orden, las costumbres son de gran ayuda.
Después del ritual pueden quedarse un momento a su lado, pero salgan de la habitación antes de que se duerma del todo. Si les llaman al cabo de dos minutos o a media noche, deben tranquilizarlos de forma serena, pero con firmeza y repetir que todo está bien y no hay peligro.
Confíen y sean constantes. Si se resisten, lloran y acuden a su cama, no cedan. Devuélvanlos a su cama sin ponerse nerviosas.
Despiértenlos de forma suave y tierna, con mimos y palabras cariñosas nuestros niños comprenderán que, aunque no estemos a su lado toda la noche, pueden disfrutar de toda nuestra ternura por la mañana.
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