El ictus o infarto cerebral también puede golpear a los más pequeños, pero su sobrevivencia en ese caso depende de que tengan atención adecuada y a tiempo.

Y bueno, como te decía, el ictus es un infarto cerebral que se pensaría que sólo sucede a las personas adultas, ya sabes, por eso de la edad. Sin embargo, también los niños están expuestos a este tipo de accidentes, desde el nacimiento o incluso después de un grave accidente que deje secuelas.

Si bien la incidencia es menor en niños que en adultos, se trata de una de las diez principales causas de mortalidad infantil. En los derrames cerebrales de adultos las causas frecuentes pueden ser golpes, presión arterial alta, colesterol alto, antecedentes de tabaquismo, exceso de alcohol u obesidad.
En los pequeños las causas pueden presentarse desde el nacimiento, en infecciones como meningitis, encefalitis, traumas, operaciones, trastornos de la sangre, entre otras, pero… ¿Cómo podemos darnos cuenta que un niño está sufriendo un ictus?

Si después de que tu peque sufrió un fuerte accidente observas espasmos faciales, falta de movilidad, dolor de cabeza de una intensidad elevada, vómitos o náuseas, trastorno de la sensibilidad en la cara, brazo, pierna o alguna parte del cuerpo, debilidad muscular súbita, dificultad para hablar o entender lo que se está diciendo, trastornos de la visión y hasta pérdida del equilibrio, ese niño seguramente padece un ictus y debe ir al medico ya.
O bien, si desde su nacimiento presenta los mismos síntomas ya mencionados, no dudes ni un instante en asistir al médico. Las secuelas pueden quedar marcadas de por vida en el lenguaje, atención, memoria, habilidades visuales y funcionamiento ejecutivo.
Así que sé muy observadora, recuerda que aunque el cerebro de un niño aún está en desarrollo y tiene una gran capacidad de repararse por sí mismo, no siempre resulta así.