Últimamente está muy de moda el tema de hacer bodas sin niños, mientras unos piensan que es correcto, hay padres que se ofenden porque sus hijos no son incluidos. ¿Qué pensar y hacer al respecto, si nos toca una situación así? Quédate al término de esta nota y descubramos juntas como resolver este tema tan controversial en los últimos años.
¿Ya te han hecho una invitación en la que te pidan que no acudan tus hijos a la celebración? A mí sí y fue hace muy poco. En realidad, aunque ya había escuchado sobre esta peculiar forma de festejo, no había tenido la oportunidad de aceptar o rechazar ir.
Y bueno, llegó el momento. De entrada, puedo decirte que sí me sentí un poco incómoda, principalmente porque era una amiga cercana. Sentí un poco de coraje. “¿Cómo, no quieres que lleve a mi hija? ¿Es enserio? ¿No se supone que soy tu amiga?” fueron algunas de las preguntas que me surgieron mientras leía: ¡Nos casamos! Nos hace mucha ilusión compartir un momento especial a tu lado.
“¡Qué mala amiga eres!” Fue lo me salió en voz alta. Y aunque para mí era claro que no se me estaba negando la posibilidad de ir en familia, terminé yendo con mi esposo. Aquí te cuento.
Si ya te pasó te habrás sentido un poco identificada conmigo, si aún no lo experimentas, ¡qué bien! del coraje que te has salvado, porque después de leer esta nota nunca lo pasarás, estarás más open mind cuando llegue el momento y no sentirás la rabia que muchas ya pasamos.
Le dije a mi esposo: “Fulanita de tal nos invitó a su boda y no quiere que llevemos a la niña, es una invitación sin hijos”. Él tiernamente contestó: “¡Qué lindos! Se aseguran de que nosotros también disfrutemos de la fiesta”.
Fue en ese momento en el que comencé a comprender a mi amiga, ¡claro! ella estaba planeando su día especial de ese modo. Quiere disfrutar la noche y que nosotros también lo hagamos, muchos niños se cansan y hasta terminan aburriendose.
Después pensé: “Puedo dejar a los niños con mi mamá y echarme uno que otro drink”. Porque también hay que tener en cuenta que a veces los tiempos de comida son largos, la barra de bebidas es inmensa y uno se queda con las ganas por cuidar a los peques y ponerles atención toda la noche.
“¿Acaso sería una boda un poco subida de tono? ¡Increíble! Sí quiero ir. Es posible que haya un espectáculo no adecuado para los chiquillos”.
Y entre más me imaginaba el porqué no quería que asistieran los niños, yo más me convencía de ir a la celebración de la boda especial. Y así fue, ni te cuento cómo estuvo porque no me lo creerías. Así que olvídate de esos prejuicios y tabúes sobres las fiestas, sólo recuerda que es un momento especial para esas personas y desean celebrarlo así, sin niños.
Mujeres y Familia 