¿Crees que pedir perdón es sinónimo de amor? Yo sí, la verdad es que mis padres siempre me han educado con la idea de que si ofreces disculpas es porque te importan los sentimientos que hayas podido causar en la otra persona.
Y es que, desafortunadamente, la educación en generaciones pasadas se limitaba a pedir disculpas a los hijos, ya que se creía que “por respeto” los padres no hacían eso. Sin embargo, con el paso del tiempo se fue manifestando que los hijos que no habían recibido este gesto por parte de sus progenitores, presentaban ciertas conductas negativas con su entorno.

Por eso es que los padres también tienen que aprender a pedir perdón, eso es una lección para los más pequeños, porque ayuda a cambiar la forma en que se establecen las relaciones en casa.
Así que no importa que seamos sus figuras de autoridad y que tengamos que marcar límites en la crianza. Tanto nuestros hijos como nosotros debemos aprender a reconocer nuestros errores, esta actitud sólo deja ver que como seres humanos nos equivocamos más de una vez como parte de nuestra naturaleza.
Y aunque creas que con una disculpa no cambia nada, ¡te equivocas! Con esas disculpas nos sentiremos bien, y nuestros peques se sentirán más importantes y, además, aprenderán que el error es normal, pero que lo importante es nuestra actitud ante él, ¿no lo crees?

Así que si eres de esas madres que cree que con pedir perdón al hijo te hace perder autoridad, estás totalmente equivocada. Olvídate de la idea de que un padre o una madre siempre tiene la razón y no se equivoca, esa postura es de siglos pasados. Un gran error.
Aunque, ¡mucho cuidado! Una cosa es pedir perdón y otra muy diferente, tener compasión. Muchas veces no reconocemos la pequeña línea entre estos dos términos, sólo por no poner límites a nuestros hijos o por querer complacerlos. Y mucho ojo, porque aquí reside la dificultad de pedir perdón a un niño.
Te recomiendo que comiences a practicar esta actitud. Una vez que reconozcas tu error, es importante que te pongas a su altura, los mires directamente a los ojos y únicamente, decirle las palabras mágicas: “hijo, discúlpame”. Explicar los motivos de nuestro comportamiento y, finalmente, esperar a que el peque nos dé una respuesta. No lo olvides, esto ayudará a evitar vacíos emocionales en su adultez.