¡Mis amores!
Educar correctamente a nuestros pequeños no es una tarea sencilla. Si bien es una realidad que nosotras como mamás queremos lo mejor para ellos, también debemos entender de que cada persona es un mundo y todos funcionamos de diferente manera, a nuestro propio ritmo.
Al querer que nuestros hijos den lo mejor de sí mismos podemos caer en conductas equivocadas como la sobreprotección o el autoritarismo, orillándolos a anteponer nuestras exigencias sobre su propia felicidad.
Nosotras como mamás debemos entender que la felicidad de nuestros hijos es nuestro único objetivo en la vida, que no podemos controlar sus planes de vida, sus relaciones y mucho menos, su forma de vivir. Esto puede hacer que nuestros pequeños piensen que su misión en la vida es cumplir con los estándares que les hemos trazado y que si fallan, nos decepcionarán.
¿Qué errores podemos cometer si mostramos elevada exigencia sobre nuestros hijos, mis amores?
Como ya les dije, mis amores, exigir o imponer algo a nuestros pequeños puede traer consecuencias a su confianza y su plan de vida, además de corromper su propia esencia.
Estos son algunos errores que podrían estar cometiendo como madres y que deberían considerar cambiar ya mismo.
No entender que sobreexigir no aumenta su rendimiento: De acuerdo, fomentar el esfuerzo puede ser una gran idea para incrementar el rendimiento de nuestros niños, pero exigirles de más puede salir contraproducente: puede quitarles motivación y hacer que no rindan ni siquiera lo suficiente.
Ser intolerantes a los errores: Si un papá exigente es intolerante a los errores, la idea que transmite a los niños es que el error es algo malo. Es importante que entendamos que somos humanos y que está bien equivocarse, todo lleva a un aprendizaje.
El perfeccionismo es traicionero: Exigir de más a nuestros niños puede generar la sensación de que lo que hacen nunca es suficiente, provocando que se sientan insatisfechos y frustrados toda su vida.
La creación de expectativas irrealizables: Plantearse metas siempre es bueno, pero cuando nuestros hijos se fijan un objetivo irrealizable y fallan, puede generarles una frustración terrible. Debemos mostrarnos más comprensivas con ellos, mis amores.
La exigencia en exceso puede provocar inseguridad y baja autoestima: A veces nuestra exigencia nos ciega y no podemos darle reconocimiento a los logros de nuestros hijos, ni al esfuerzo que viene detrás. Esto puede provocar severos problemas de ansiedad y depresión.
Podemos ocasionar conflictos en las relaciones personales: Los hijos de padres muy exigentes a menudo “heredan” el nivel de exigencia de éstos y tienden a crear patrones de conducta poco sociables. Así les resulta más difícil socializar y crear lazos con otras personas.
La mejor manera de deshacerse de la sobreexigencia hacia nuestros niños es asimilando que ellos son dueños de su propia vida y que nosotras no podemos controlar cada aspecto de la misma. Es importante que aprendamos a valorar más su esfuerzo y que les brindemos amor y apoyo incondicional en todo momento, mis amores.
Nosotras ya hemos vivido más que ellos, ¿por qué no dejarles que vayan trazando su propio camino?
@EsElMundoDeYola