Los TCA están hoy más vigentes que nunca y las mamás pueden, sin querer, promoverlos en sus hijos, al grado de generarles estados de salud y emocionales que ponen en peligro la vida.
“¿En serio? pero si yo sólo quiero lo mejor para mi hijo”, es una de las afirmaciones que más leo en mi blog. Sin embargo, es una de las principales fuentes de trastorno alimenticio y psicológico. Así que quédate al término de esta nota, seguramente mencionaré unos que otros comportamientos que te alertarán sobre lo mal que le estás haciendo al pequeño.

Ya en otras entradas de blog, les he dicho que los chiquitines son como unas esponjas absorbentes, todo lo que ven imitan, todo lo que escuchan repiten, por lo que sin que nos demos cuenta, sus miradas tiernas e infantiles nos estudian, adoptando conductas, copiando gestos, interiorizando palabras, expresiones e incluso roles.
Entonces, ¿qué pasa en el caso de la comida? Bueno, por un lado, es posible que estén adoptando ciertos modos de comportamiento que nosotras como madres hacemos.
Por otro, quizá sin querer queriendo, les decimos expresiones que no sabemos el impacto que les causarán, por ejemplo: “cuida tu alimentación”, “se te vería mejor si no te apretara”, “ya subiste de peso” o tal vez, de manera inconsciente, les contamos las calorías, les controlamos sus antojos, incluso hasta les prohibimos ciertas golosinas. Así que evítalo, no traerá nada bueno al niño.

En cambio, si le generas condiciones hacia una alimentación positiva y balanceada, así como un poco de actividad física, tu hijo comenzará a vivir más saludable tanto física como mentalmente. Así que comienza a planear las tres comidas en familia sentados a la mesa del comedor. Promueve un clima de confianza para que no te oculte sus acciones, ya que a veces esconden la comida, toman laxantes o corren a vomitar al baño.
Ponle la atención que merece, puedes controlar su peso, pero de forma responsable. Acude con los expertos,al médico pediatra o al médico internista, según corresponda, pero no le inculques actitudes que en lugar de beneficiar los dañen. No te dejes guiar por tu instinto, ni mucho menos por las cosas que ves en las redes sociales, en ocasiones no cuentan con fuentes de información fidedignas.
