¿Saturas a tu hijo de actividades? Hay padres que buscan desarrollar en sus hijos todos los talentos posibles, idiomas, deportes, habilidades que les ayuden para el futuro. Sin embargo, hay un límite que es fácil de cruzar cuando el niño deja de ser niño para cumplir con esas obligaciones impuestas.
Quédate al término de esta nota, hoy te platicaré la experiencia de la prima de una amiga.

Y bueno, ahí tenías a la clásica mujer preocupada por lo que la sociedad imponía. Ya sabes, el famoso “¿qué dirán? Esas reglas morales y éticas que para unos están bien, para otros están mal y para unos cuántos son una obligación. Para esta chica eran una obligación, ya que quería demostrar “lo bien” que educaba a sus hijos, “el buen” matrimonio que tenía, “la excelente” ama de casa que era, pero ¿qué era hacerlo “bien”? Bueno, tal parece que sólo era complacer a los demás.

Cuando nació su primer hijo, los cuidados eran excesivos, procuraba al niño en todos los sentidos, desde llevarlo con el mejor médico hasta comprarle la ropa más bonita de marca. Claro, cuando veías al niño “bien cuidadito” uno decía: “cuando sea mamá así traeré a mi hijo”.
Con el paso del tiempo se veía al pequeño cómo crecía, los modales que tenía, lo cortés que era, lo inteligente que demostraba ser y por supuesto que parecía un niño ideal. A la madre la veías siempre a prisa, angustiada y estresada por pasar por el pequeño a la escuela, darle de comer en media hora porque en la siguiente hora entraba al curso de regularización y después, para fortalecer sus diminutos huesos, lo llevaba a natación.
El chico llegaba agotado a casa, sin ganas de salir con amigos, ni mucho menos interesarse por distractores “que le arruinaran la vida”. Obvio, más que no tener ganas, era una represión de sentimiento para que el niño lograra lo que su madre quería y a su vez, la madre complaciera a la voz del “qué dirán”.
Sin duda, el jóven estaba muy despierto, tenía conocimiento muy por delante de sus compañeros, había desarrollado habilidades, era fuerte, capaz, tenía confianza, pero también se estaba volviendo egocéntrico, antisocial y se notaba un profundo vacío.
Yo no sé si haya sido por la crianza intensiva que la madre le dio durante su juventud, pero era claro que a sus 14 años, el chico estaba totalmente aislado. No quería ni tenía la intención de convivir y por supuesto cada vez rechazaba más el contacto con la madre, sus reglas, sus consejos.

Fue entonces cuando me di cuenta de que la crianza depende de la personalidad del pequeño, si tiene ciertas dificultades de aprendizaje o desarrollo y lo intensivo le ayuda y le estimula, está perfecto; pero si empieza a presentar dificultades y los padres lo siguen “forzando” para que lo haga, entonces se está rebasando el proceso de educación y poniendo en riesgo su infancia, sus gustos y su integridad.
Así que te recomiendo que vayas con un especialista, para que te ayude a determinar su personalidad y puedas ofrecerle el tipo de actividades acorde a sus capacidades, no a tus necesidades y gustos.
Fuentes:https://la-lista.com/familia/2023/01/10/que-es-la-crianza-intensiva-es-buena-para-los-ninos