Tener hijos no es un juego, tú lo sabes, yo lo sé y todas las madres lo saben. Muchas fuimos madres porque así lo deseamos, otras más porque no tuvieron otra opción y algunas por un “accidente”, pero ¿cuántas de ustedes tuvieron que serlo porque “así debía ser”, por qué era lo correcto o lo ideal?
La sociedad se ha encargado de dictaminar y establecer lo que es correcto y lo que no, cómo debemos actuar, pensar y sentir. Pero eso no quiere decir que esté bien. Siempre he creído que hacer lo que te haga feliz es más importante que encajar con un estereotipoidealizado de lo se conoce como: maternidad.

Muchas mujeres son felices cuando se convierten en madres y está bien, y muchas son felices sin serlo y tampoco está mal. Muchas pasamos nuestra vida creyendo que la felicidad se logrará cuando seamos madres y tengamos una familia, pero muchas más no. Cada situación es diferente y no podemos criticar a una mujer porque no decide ingresar al mundo materno.
Nuestra vida cambia desde el momento en el que somos madres, tendremos nuevas responsabilidades, nuevos compromisos, nuevos objetivos y la vida de una criatura indefensa estará en nuestras manos, por lo que tenemos el compromiso de criar buenos niños y niñas.
No quiere decir que no podrás ir a fiestas, a comer con tus amigas, ver series o salir a caminar. Claro que se puede hacer, pero será gestionado de diferente manera. Cuando nos convertimos en madres muchas cosas cambian, y debemos adaptarnos para seguir creciendo.

Muchos dicen que la vida persona y en pareja suele ser mejor antes de que lleguen los hijos y hay otros que afirman que ser papás es una alegría que supera cualquier otra. En mi opinión, la felicidad es subjetiva. No podemos afirmar que una persona será más feliz cuando compre su primer carro que aquella que come su primera pizza.
De lo que sí estoy muy segura es de que son etapas muy diferentes y lo que para unos resulta el fin del mundo, para otros es el inicio de una etapa maravillosa. Lo único que debemos hacer es respetar la decisión de cada persona, adaptarnos a las circunstancias.
Recordemos que la vida es un constante cambio y no podemos casarnos con ideas, hay que estar abiertas a las posibilidades.
Fuentes: