Mis amores, el día de hoy hablaremos sobre la importancia de una figura adulta en la niñez. Y no sólo hablaremos de la presencia física de un adulto, también de lo importante que es estar presente en el desarrollo emocional de un pequeño.
Actualmente vivimos en un mundo lleno de muchos estímulos y distractores provocados por la tecnología y las redes sociales, sin embargo, aunque el mundo se encuentre cada día más conectado y la comunicación se dé en segundos, la conexión emocional y las relaciones se están perdiendo cada día que pasa.
Todo ello, más las largas jornadas de trabajo, estudio y demás actividades extracurriculares, impide que tengamos tiempo y espacio para conectar con nuestra familia. Lo grave de ello es que todas estas actividades también dificultan la relación con nuestros hijos, no obstante, el número de horas que dedicamos al uso de dispositivos tecnológicos está aumentado de manera exponencial.

La sociedad nos empuja a ser perfectos y a dar el máximo en nuestros trabajos y estudios. Nos encontramos inmersos en la inmediatez, en la hiper-exigencia, en el poco esfuerzo y sacrificio, ya que hoy en día estamos acostumbrados a vivir velozmente y a obtener resultados rápidamente.
Por ejemplo, nos hemos desacostumbrado a agarrar un libro y buscar información, ahora nuestra búsqueda de información se da a través de portales y sitios web en donde tardamos sólo unos segundos para encontrar algo de nuestro interés o la respuesta a algo que estábamos buscando.
Todos estos factores dificultan que podamos desarrollar en nuestros hijos un apego seguro, una autoestima suficientemente, empatía, perseverancia y una buena capacidad de tolerancia a la frustración. Aspectos que a la larga intervienen en el desarrollo de nuestros hijos y si no los tomamos en cuenta fomentan adultos inseguros, con baja autoestima e intolerantes a la frustración.
Así que depende de nosotros estar presentes para nuestros hijos, supervisarlos, conectar con ellos y sus estados mentales y emocionales. Ya que no basta con estar físicamente presente.
Los estudios sobre desarrollo evolutivo llegan a la conclusión de que uno de los mejores predictores de la felicidad y el equilibrio emocional de nuestros hijos es si tienen al menos una persona que esté presente en sus vidas.
El hecho de que un niño tenga a una persona presente, ya sea algún abuelo, tía, tío, padre, madre o ambos, conectando con sus necesidades emocionales y protegiéndolo cuando lo necesita, hace que nuestros hijos crezcan seguros de sí mismos y con capacidad de gestionar adecuadamente sus emociones e impulsos.
En este punto es importante diferenciar entre proteger a un niño de sobreprotegerlo, pues si los sobreprotegemos crearemos inseguridades, en cambio los niños que se sienten protegidos adecuadamente tendrán establecidos los pilares de apego seguro y les estaremos dando la posibilidad de explorar el mundo que les rodea. De ahí que sea tan urgente y necesario proteger a la infancia.
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