Las cadenas de los padres

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Tengo casi 30 años y no sé planchar, cocinar, limpiar mi cuarto, salir sola a la calle ni lavar la ropa. Perdí la oportunidad de casarme con el amor de mi vida por la culpa de dejar solos a mis padres.
Desde muy pequeña mis padres siempre me adoraron, vieron por mí, me dieron absolutamente todo y me apoyaron en cualquier momento. Yo he estado agradecida con ellos, por su esfuerzo y su trabajo para criarme, sin embargo, así como ellos han sido unos padres asombrosos, también han sido demasiado sobreprotectores conmigo. Cuando comencé el kínder, recuerdo que mi madre siempre me iba a dejar al kínder y también iba por mí, así fue en la primaria, la secundaria, prepa y hasta la universidad. En un principio lo vi normal, pero cuando noté que mis amigos llegaban solos a la secundaria, me sentí un poco avergonzada.
Traté de hablarlo con mis padres, sin embargo, ellos comenzaron a decir que no valoraba el esfuerzo y el cariño que ponían en ese detalle de irme a dejar a la escuela. Me sentí fatal, mis padres lo eran todo para mí, así que decidí callarme, aunque por dentro me sentía avergonzada de sus actos.
Nunca fui a fiestas o reuniones, las únicas veces que llegué a salir la situación para pedir permiso era similar a un tramite de gobierno. Decidí sacrificar entonces mi vida social para mantener tranquilos a mis padres y evitar problemas. Tuve pocos amigos y esos amigos debían ser conocidos por mis padres.
Cuando tuve la oportunidad de tener novio, todo fue un caos. En mi casa la situación estaba tensa, cada que pedía permiso para salir con él, mi madre me echaba en cara que la iba a dejar por ese chico, a veces mi padre me ofrecía irme a comprar mi ropa favorita a cambio de cancelar mi cita. Miguel fue muy lindo y tolerante con mi situación, a veces cambiábamos las citas por llamadas de horas y horas por teléfono, en donde le contaba lo asfixiada que me llegaba a sentir en momentos.


Nuestra relación continuó a pesar de los problemas con mis padres, todos los días eran discusiones, peleas y palabras hirientes. Llegó un momento en que decidí terminar con Miguel para evitar todos esos problemas en casa, sin embargo, él me pidió matrimonio. ¿Yo que sentí? Sentí que me daban la oportunidad de por fin liberarme de esa carga que mis padres ponían en mis hombros con sus palabras, de la asfixia que sentía el no tener mi propio espacio, la libertar de hacer las cosas por mí misma. Así que acepté…pero lo que pasaría volvería a recordarme que no podía quitarme esas cadenas que tanto me apretaban.
Al darle la noticia a mis padres, no metí a Miguel en esto, ya que era cuestión de mis padres y yo, hubo una discusión bastante fuerte entre los tres teniendo como resultado un paro cardiaco en mi padre que terminó en desgracia.
Al final tuve que dejar a Miguel para ver a mi madre, él insistía en que podía ayudarme, pero yo me sentía tan culpable de lo que le había pasado a mi padre que decidí no volver a desobedecer a mi madre. Ella me pidió que me quedara con ella, así que yo acepté y sentí que Miguel sólo sería una distracción.
Mi madre sigue insistiendo en hacer todas las cosas de la casa, con tal de que no me vaya de su lado, a mi se me hace muy cómodo y bueno, al final es el cambio por quedarme con ella para siempre.


A veces los padres aman demasiado a sus hijos, tanto que no quieren dejarlos volar. El resultado de ello es que los hijos no logran independizarse emocionalmente de los padres, se convierte en adultos con una gran carga emocional. Se sienten culpables por tener una vida propia, alejada de su familia de origen.
Hay algunos padres que desde ese momento van cortando las alas a sus hijos para que nunca vuelen y les abandonen, para que nunca se alejen del hogar, que no se vayan del nido. Es decir, son padres que no dejan ir a sus hijos y los mantienen “secuestrados” para que suplan sus propias carencias emocionales. Para ello, hay que trabajar poco a poco esa idea de que los hijos tarde o temprano debe dejar el nido y no aferrarse a ellos o se les puede hacer más daño.

Referencias:
https://www.psicoemocionat.com/padres-que-no-dejan-ir-a-los-hijos/

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