La oportunidad de pasar una temporada más o menos larga en un contexto cultural diferente al nuestro siempre ha sido parte de una quimera. Hemos crecido con la idea de que estudiar y vivir en el extranjero puede ser una experiencia únicamente para personas de clase social media alta o alta. Sin embargo, no es así.
La realidad es que puede ser una experiencia gratificante y enriquecedora para cualquier persona, pero ¿qué tan bueno será para cualquier edad?Pues, hablemos de este pequeño detalle: la edad.
Quédate al término de esta nota que hoy quiero compartir contigo las ventajas y desventajas de enviar a nuestros hijos al extranjero aún siendo unos peques.

Todo mundo lo sabe, incluso hasta nuestro psicólogo nos lo recuerda: “viajar tiene efectos muy positivos”, ¿o no? Y es que, la verdad un viajecito siempre nos ayuda a desconectarnos de la rutina y el estrés, vivir experiencias inolvidables, reencontrarnos con nosotros mismos, abrir la mente, conocer otras realidades y culturas, etc. Pero todo esto desde la perspectiva de un adulto, que con el paso del tiempo ha forjado su propia visión de la vida.
En cambio, para un jovencito, ¿a qué le ayudaría? “¡Es un niño!”, “aún no sabe nada de la vida”, “corre riesgos”, “¡Imposible!”. Y te entiendo, yo me pongo en tu lugar y pensaría un sinfín de cosas negativas y contraproducentes con una decisión así. Pero, ¡ojo! No es nada malo, al contrario.

Los niños no son una excepción, a través del viaje, disfrutan de buenos momentos en familia, desarrollan un pensamiento más racional, reflexivo y sobre todo, crítico. Además, adquieren nuevos valores y habilidades de tipo emocional y social que les da la oportunidad de desarrollarse con toda plenitud y seguridad a lo largo de su vida.
Quizá tú, como otras madres, piensan que es normal que los adolescentes se vayan de intercambio a otros países, pero ¿los niños? “¡No, ellos no lo hacen!” Y yo me pregunto: “¿por qué? ¿No crees que es buena idea que se acostumbren a viajar solos desde pequeños?”

El amor y el apego nos lo impiden, pero más allá de todos los sentimientos de los padres, hay beneficios extraordinarios que nadie te dice y que es bueno que vayas considerando. Si nuestros pequeños comienzan a viajar, crean en sí mismos una experiencia personal y formativa altamente provechosa, cursar un año escolar fuera, ayuda al joven a adquirir capacidades que, seguramente, facilitarán su futura incorporación en el mundo laboral y le aportarán una clara ventaja competitiva en el transcurso de su carrera profesional.
Además con la gran ventaja de que dominará un segundo idioma. ¿Qué no de eso se trata la crianza de hijos? Hacer todo lo posible por ofrecerles una mejor calidad de vida y ayudarles a asegurar su futuro.
Pierde el miedo y ayuda a tu hijo a conseguir un futuro exitoso. La mayoría de los programas para niños en el extranjero son a partir de los 10 o 12 años hasta 15 a 18. ¡Que no se te pase el tiempo! Los niños empiezan a ser lo suficientemente maduros y responsables como para afrontar una experiencia de esta índole. Lógicamente cada estudiante es diferente, pero mucho depende del seno familiar.
¿Qué esperas?