Seguramente más de una vez has escuchado a otras madres decir: “Yo soy amiga de mi hija” o viceversa. ¿Es en serio, cómo lo hacen? ¡Yo siempre quise eso y mi madre nomás no se dejaba! Bueno, es que la realidad es un poco difícil, principalmente, porque mi madre está chapada a la antigua, además. O al menos eso pensaba antes, porque hoy que me considero una mamá “súper cool”, creo que por más que quiera ser la mejor amiga de mi hija es imposible.
Y no sé si a ti te haya pasado, pero creo que es un clásico hacerle saber a nuestra madre que no es nuestra amiga ni lo será de una mala manera. Bueno, al menos en mi experiencia sí. Un regaño y jalón de oreja es lo que conseguí cuando le dije: “mamá, Alejandra es mi amiga, hay cosas que prefiero contarle a ella.” Pareciera que mi madre sólo me escuchó decir “no te tengo confianza”, porque de inmediato comenzó a recordarme lo incondicional que ha sido en momentos de enfermedad, el apoyo económico que me ha ofrecido durante años, en otras palabras, “me champó” toda mi vida, ¿it’s really, mamá? En ese momento me sacó muchísimo de onda, pero hoy en día la entiendo totalmente.
Sin embargo, en lo poco que llevo en esta maravillosa labor de madre, comprendo perfectamente que la relación entre padres e hijos debe ser sólo eso, condición biológica con apoyo incondicional e irrevocable, no más, no menos.
Hoy en día he observado a muchos conocidos que la relación con sus hijos ha cambiado, ha dejado de ser una relación autoritaria, estricta y con límites marcados para convertirse en una relación más estrecha e informal. ¡No me atrevo y no lo recomiendo!
Actualmente los padres son más amigos de sus hijos que padres. Es más, muchos sostienen que ser confidente y colega de sus hijos es una buena forma de educarlos. ¿En serio aspiran a convertirse en sus iguales?, ¿acaso no sienten que eso les resta autoridad y los sitúa en una posición contradictoria, incómoda y contraproducente?
Es bien cierto que como padres deseamos estar al pendiente de sus conductas, pensamientos, amistades y sus más recónditos secretos para evitar que se pongan en peligro, pero en este intento por acercarnos a ellos igual perdemos autoridad.
Y me quedó aún más claro cuando leí un artículo en el que aseguran los expertos que los padres y los hijos nunca deben cruzar una línea delgada de respeto, por lo tanto no pueden ser amigos los unos de los otros. Los hijos necesitan a sus papás, no a su amix para aventurarse, contarse secretos o para vestirse y comportarse iguales, necesitan a quien acudir y de quien aprender, no con quien competir o jugar (para eso tienen a sus amigos o a sus hermanos).
Fuentes: https://bbmundo.com/mamas-papas/no-te-toca-ser-amigo-de-tus-hijos/