
¡Mis amores!
Ser madre no es tarea fácil y más aún cuando se presentan culpas o sentimientos por alguna decisión con los peques. Y no es sólo porque lo escuches de boca de alguien, sino de lo que la acción te provoca en tu ser.
Por ejemplo María José, de 45 años, tiene 3 hijos y revela que todavía tiene la misma niñera desde que ellos eran pequeños. Mientras que muchas mujeres envidiarían la increíble libertad que da poder pagar a una persona que te ayude en casa, otros sentirían lástima, ya que esa madre no ha podido disfrutar por estar trabajando, lo que sí otras.
Justo es el primer punto, sentirnos culpables por no pasar más tiempo con nuestros peques y vivir cada etapa que desarrollan, esto resulta latente en las mamis que trabajamos, sin embargo, viene la contra, el no trabajar puede implicar sentimiento de impotencia por no poderle brindar más a sus hijos económicamente hablando. Claro, esto no siempre sucede.

Tomemos la primera etapa del bebé como otro ejemplo, ya que el amamantar a los pequeños puede traer consigo grandes culpabilidades. ¿Por qué no puedo hacerlo?, ¡ya no quiero, estoy cansada!, ¿seré mala madre? Incluso nos sentimos intimidadas al ver que otras madres lo hacen con naturalidad.
O si hablamos del tiempo, llega un punto donde descubrimos que ya no tenemos espacios para nosotras, nos enfocamos tanto en la familia que nos olvidamos de nuestro ser, pero al hacerlo nos sentimos culpables, una especie de inseguridad.
Vayamos a la adolescencia, donde muchos hijos se revelan y aquí surge la pregunta: ¿No los eduqué bien? O descubrimos que ellos no nos necesitan más, bueno, no de la misma manera. Incluso si tienen problemas en ocasiones nos sentimos culpables, pero ¡basta! No es así, en muchas ocasiones es parte de la etapa.
Y por último la juventud o edad adulta donde se presentan situaciones mayores. A medida que vemos suceder las cosas queremos prevenirlas y dar nuestro punto de opinión, pero en ocasiones no es requerido, tan sólo recordemos nuestra juventud, muy pocas veces aceptábamos lo que nos sugerían nuestros padres, no por rebeldía, sino porque creíamos que no entendían del todo la situación.
¡Así que tranquila! Es normal sentirte bajoneada de vez en cuando, pero no te quedes ahí, nadie nos enseñó a ser mamás y es parte del oficio.