Estudiar es cansado, tanto mental como físicamente, y lo sé porque mi sobrina estudió una carrera universitaria y había días en los que no salía de su habitación porque tenía que entregar proyectos o leer demasiados textos. Muchas veces creímos que era porque no quería convivir con nosotros, pero la realidad es diferente.
Muchas veces el cansancio, la falta de motivación, falta de interés, el nivel de dificultad de cada carrera, el que no se vea ejerciéndola, algo que ya no le gustó u otros motivos, son los causantes de la deserción. Pero, ¿qué podemos hacer nosotros, como padres, para ayudarles en ese camino y que continúen sus estudios, porque sabemos que la vida no es barata ni fácil?
Lo primero es conocer la razón por la cual quieren dejar de estudiar. Tratar de entender qué le orilló a tomar esas decisiones y preguntarle acerca de sus planes, de lo que piensa hacer con su vida. Qué otra cosa le llama la atención o si su decisión tiene que ver con algún mal comentario o agresión.
Pero, si no sabe y ha entrado en crisis porque siente que ya no tiene opciones, es mejor acudir con alguien profesional. Algún pedagogo le podrá ayudar mediante exámenes o, en otros casos, acudir con un terapeuta. El punto es que le orienten y encuentren una solución.
Una vez escuché decir a un amigo de mi sobrina: “es una carrera, no carreritas” y creo que tiene mucha razón. Me pongo a pensar en la presión que sienten por terminar la universidad, no sólo por parte de nosotros, sino de ellos mismo, y me doy cuenta que es normal que a veces tengan dudas. Nuestra labor como padres es apoyarlos y ayudarles a encontrar su camino.
Muchos jóvenes se toman un año de descanso para aclarar sus pensamientos y está bien. Un respiro nunca le hace daño a nadie y puede ayudar muchísimo. Ese tiempo lo pueden aprovechar para hacer otras actividades, aprender otros idiomas, tomar diferentes cursos que les permitan abrir su panorama para explorar más opciones.
Lo único que no podemos hacer ante esta situación es forzarlos y obligarles a terminar la carrera que eligieron si hay algo que ya no les atrae de la misma. Todos tenemos derecho a cambiar de opinión y eso es lo bello de la vida, que nunca es tarde para encontrar nuestra pasión.
Fuentes:
Mujeres y Familia 